jueves, 9 de abril de 2009

“No busquen entre los muertos al que vive"...Mensaje de Pascua


El Padre Alberto Eronti; Asesor Nacional de las Mujeres Profesionales
nos ayuda a reflexionar sobre el misterio pascual.




“Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.

Vino la aurora del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sabana de la muerte
dejada en tumba vacía-
Jesús, alzado reinaba;
pero ella no lo veía.

Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda”.

Los Evangelios hacen referencia a que el “primer día de la semana, muy de madrugada”, fueron al sepulcro Algunas mujeres”, “María Magdalena”, “Pedro y Juan”…

¿A qué fueron todos ellos?, fueron a buscar un muerto amado, el Maestro de Nazareth, Jesús. ¿Qué encontraron?, la tumba vacía. Vendas y sudario doblados y colocados en lugares diferentes. Vieron, no entendieron, ¿quién se lo llevó?, ¿dónde lo pusieron? Estupor y lágrimas en las discípulas fieles.

¿Qué había ocurrido?, fueron a buscar la muerte y las sorprendió la Vida. Donde había reinado la muerte ahora había nada. Los mensajeros avisaron, “no busquen entre los muertos al que vive”. He aquí el mensaje de esta Pascua 2009. ¡No buscar donde hay muerte al que vive! Hay muchas realidades difíciles, tristes y absurdas, la tentación es quedarnos en las “fuerzas de muerte”, las que no ilusionan, no dan alegría ni vida. La famosa frase “la belleza salvará el mundo”, se hace más real, más urgente. Se trata de la belleza del amor y de la vida.

¿Qué se espera de un discípulo de Jesús?, que anuncie la “Buena Nueva” y no las nuevas pálidas, que viva la Buena Nueva y no la desesperanza, que sea creador de futuro y no anunciador de calamidades. ¿Es posible esto hoy? Sí, siempre es posible. El discípulo ha recibido una bendición y está llamado a ser una bendición para otros. El discípulo no es alegre por “decreto” sino por su fe y su confianza, por su esperanza y alegría, por su amor hecho servicio.

Que cada una de las miembro de nuestra Rama de Profesionales sea un signo de luz y un canto a la vida. Es decir, que sea María en la Pascua. Amén.

P. Alberto E. Eronti



Agradecimientos:


Al P. Alberto por su mensaje.


A Ceci Vaccario y a Cris Lorenzetti por su colaboración para que salga esta nota.

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