miércoles, 28 de julio de 2010

Misiones Universitarias CHACO












Ita Pater, Ita Mater quiere decir “Sí Padre, sí Madre” y este fue el ideal de vida al que aspiró la Hermana Marie Emilie (Hermana de María de Schoenstatt). Es una invitación a ser verdaderos hijos de Dios, a la lucha diaria por lograr la santidad, poniendo nuestra mano en la mano del Padre, y la otra en la mano de María.
La Juventud de Schoenstatt, (la JM y la JF) acompañadas por un grupo de Mujeres Profesiones (Claudia, Roxy, Analia y Marga), querían hacer algo, brindar algo a la Patria, especialmente en este año de su Bicentenario porque estamos convencidos que es tarea de cada uno volver a refundar una Patria nueva donde todos se sientan hermanos, una Patria para todos.
Por eso empezamos a soñar este sueño loco, que es la MISIÓN UNIVERSITARIA, y para eso era necesario contar con un pequeño puñado de locos que se animen a soñar el mismo sueño.
Eduardo y Cristina Colombo, el matrimonio que acompaña la formación de la juventud en el Chaco, tomaron contacto con el Padre Jaime Mora, sacerdote diocesano, párroco hace 10 años en Colonia Elisa, un pueblo del interior de Chaco, ubicado a 100 kilómetros de Resistencia; que sugirió realizar esta misión en los parajes rurales del Salto de la Vieja y El Cacique, que va a durar tres años.
La misión se realizó el fin de semana del 16 al 19 de Julio. El colectivo que trasladaba a los misioneros partió desde la Ermita MTA de Resistencia donde se hizo una oración pidiéndole a la Mater que sea Ella la que nos use como instrumentos para llegar a muchas familias.
Esta comunidad misionera estaba integrada por 30 jóvenes, 5 adultos y 3 sacerdotes diocesanos: el Padre Jaime, el Padre Néstor y el Padre Armando.
Esta misión que comenzaba era un pequeño aporte para construir un nuevo puente entre Resistencia y estas poblaciones olvidadas.
Cada jornada vivida era intensa y cansadora, ya que comenzaban las actividades temprano con la oración en la Capilla, que se ambientó en uno de los salones con mantas y almohadones por lo que había que entrar descalzo, y junto al Santísimo que nos acompañó toda la misión y las auxiliares peregrinas, de los ciegos y de la diócesis.
Luego del envío las parejas misioneras partían hacia las casas a recorrer los caminos de tierra que debido a la lluvia se hacían más pesados y resbaladizos. Nuestras zapatillas iban dejando huellas en los caminos, así se comenzaba a construir el puente y se estrechaban nuevos lazos.
Un grupo de misioneros se quedaba en el Salto y el otro iba a El Cacique, donde las distancias entre las casas son mayores por lo que se trasladaban en bicicletas, llevando a la Mater y su Hijo.
En las siestas se realizaron los talleres con los pobladores que concurrían a la escuela y participaban de charlas, juegos y una merienda.
Algunas vivencias fueron muy fuertes como por ejemplo, aquella pareja que entró en un ranchito precario donde encontraron a un anciano que vivía solo y les impactó la necesidad de compañía que tenía.
Otra pareja encontró a una familia de 14 personas viviendo en una casita muy pequeña donde se notaba que no comían regularmente.
Otros chicos visitaron una familia que estaban velando al padre que había fallecido recientemente, se los acompañó en su pesar y rezaron juntos.
El sábado a la tarde el Padre Jaime celebró la misa en la Capilla de Salto y fue un momento muy especial porque se festejaron dos bautismos junto a toda la comunidad.
El domingo fue un día muy especial para la Familia de Schoenstatt porque comenzamos renovando la Alianza muy temprano y poniendo el último día de misión en las manos de la Mater y también en las del Padre.
Ese día misionar fue un acto de heroísmo porque amaneció frío y lluvioso, pero eso no detuvo el fuego que nos quemaba el corazón y nos impulsaba a caminar sabiendo que llevábamos en nuestras manos un tesoro muy grande: las tres gracias que la Mater quiere repartir entre sus hijos.
Al finalizar el día se vivió la experiencia profunda de ofrecer una noche heroica de oración y adoración a Jesús hecho Eucaristía. Nos unimos como hermanos rezando, cantando y llorando juntos.
Esta misión nos permitió valorar muchas cosas que a diario tenemos y no sabemos ver: el agua potable, que con simple girar una canilla utilizamos, no sólo fría sino que también caliente; en esta zona el problema del agua es grave y se utiliza agua de lluvia y se la cuida sin derrocharla innecesariamente.
Un plato caliente de comida, el abrigo cuando hace frío, una cama cómoda, luz eléctrica, un baño instalado, un libro para leer, una familia con quien compartir, entre otras cosas, son grandes regalos que disfrutamos y no los agradecemos suficientemente.
Todas estas vivencias y lo que significó para cada uno la experiencia de misionar hizo que el corazón abierto fuera un momento de gracia, de unión y sanación de nuestras historias personales. Jesús escuchaba en silencio desde el humilde sagrario los testimonios de cada uno.
En las cosas de Dios siempre nos pasa lo mismo, nosotros que éramos los que íbamos a misionar a otros, resultamos ser los primeros misionados. Él tocó nuestro corazón de la mano de la Reina, que en ese día había sido coronada por la Juventud chaqueña como Reina de la Misión.
El cierre comenzó con una Misa en la Parroquia Santa Rosa de Lima de Colonia Elisa, y al pie del altar se pusieron las auxiliares y una peregrina que simbolizaba a todas las que recorrieron los hogares. La Providencia de Dios quiso que esa fuera la que había estado en la tumba del Padre el año pasado, en este año especial que conmemoramos los 100 años de su ordenación sacerdotal.
La alegría desbordaba los corazones de todos en el asado compartido y al mirar el vídeo con las imágenes de tantos momentos vividos en ese fin de semana.

Ya comenzamos a soñar con las MISIONES UNIVERSITARIAS ITA PATER ITA MATER 2011…

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